Iglesia Nuestra Señora de La Merced - Corrientes

Comenzó en 1590 cuando los misioneros mercedarios recibieron en el reparto de tierras, solares, esa porción de terreno de la nueva fundación española levantada en el sitio que llaman “de las siete corrientes”. Levantaron allí una pequeña ermita donde veneraron a la Virgen de la Merced, titular de la Orden de Santa María de la Merced, Redentora de Cautivos.

Esa ermita -suponemos- habría sido similar a otras construcciones de Corrientes, de paredes de barro con techo de palmas o de paja, precarias, no como otras de otros lugares, donde se utilizaban piedras que aquí no había. Eran construcciones frágiles sometidas a las inclemencias del tiempo por eso debió ser sustituida al finalizar el siglo XVIII, como cuenta Félix de Azara cuando describe Corrientes diciendo que los mercedarios tenían una iglesia nueva.

La orden mercedaria permaneció entre nosotros hasta alrededor de 1829, fecha en que se extinguió esa orden entre nosotros, pasando a depender las instalaciones del Convento y el templo a la provincia que los utilizaba para que funcionen allí institutos de educación.

 Este templo de barro y paja es el que recibió en 1857 a los misioneros franciscanos que llegan a Corrientes traídos por el gobernador Juan Pujol. Se hicieron cargo de esas derruidas instalaciones y procuraron casi inmediatamente reemplazarlas por otras construidas con ladrillos y cal.
Fray Filiberto Bocchio estuvo al frente de las obras. Levantaron una iglesia nueva a la que le construyeron el altar mayor con su retablo de madera estucada. Además de la templo construyeron la sacristía y las dependencias del Convento con sus celdas, oficinas y refertorio.
Los gastos corrieron por cuenta del Poder Ejecutivo provincial y con donaciones de particulares que alcanzaron a cubrir más o menos la mitad del presupuesto y los demás cubrió la orden franciscana.
Esta primera construcción franciscana fue, además, el resultado de la fervorosa adhesión personal de las señoras y señoritas de la sociedad correntina que con su esfuerzo personal colaboraron con el trabajo.
En 1900, en el mes de julio, estaban presentes en Corrientes la plana mayor de toda la Iglesia argentina y de los países limítrofes pues el 16 era el día señalado para el acto de Coronación Pontificia de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de Itatí.

El 13 de julio de ese mismo año, el guardián del convento franciscano Ignacio Martí aprovechó la oportunidad de la visita de tantos prelados como autoridades para colocar la piedra fundamental del nuevo templo. Fueron padrinos del acto religioso el gobernador Dr. Juan Esteban Martínez y su señora doña Máxima Perichón.
El 2 de setiembre de 1905 comenzaron las obras para edificar el nuevo frente y las torres que tienen 45 metros de altura. Dirigió esta obra el arquitecto Juan Coll acompañado del constructor don Víctor Samela.
Las obras se prolongaron hasta 1905, dieron al templo un aspecto magnífico, los pisos de mármol, se agrandó en más de 5 metros el largo de la iglesia, altares laterales y una imponente bóveda, son las características sobresalientes.
Es de destacar la generosidad y caballerosidad demostradas por don Víctor Samela quien trabajó en forma desprendida, así como la generosidad de las damas devotas de la Virgen, quienes colaboraron económicamente con los gastos. Ellas fueron doña Carmen Cavia y Matilde Cavia de Cavia así como la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced presidida por doña Josefina Hardoy de Gallino.
En 1920 se construye el Camarín de la Virgen, donado por doña Luisa Leiva de Llano.
Sus seis altares fueron también donados por devotos de la Santísima Virgen. En cada uno de ellos se estampó el nombre de los donantes a quienes se recuerda siempre con gratitud.